La Ley de Murphy es uno de esos Principios Básicos que rigen el Universo pero
que no han conseguido nunca verse reconocidos por la ciencia ortodoxa. ¡Pero
sin embargo están ahí!
En el Brown MoU Group se presta una especial atención a esta Ley y todas las
que derivan de ella, ya que en general los marrones en su mayoría se podrían
considerar como un subproducto de todo este embrollo. Es más, en realidad pensamos
que Murphy era un optimista. (y si no, que se lo pregunten a un brown eater,
a ver que opina)
En la actualidad estamos tratando de ponernos en contacto con Murphy para intercambiar
experiencias y resultados, de cara a la unificación de ambas teorías, lo que
podría llevar a establecer una nueva teoría del caos en el trabajo. Sin embargo,
el condenado siempre da comunicando o nos devuelve los mails.
De dicha ley se derivan algunas consecuencias evidentes que, aplicadas a los
marrones se pueden enunciar de la siguiente forma:
Si te puede caer un marrón, te caerá.
Si te salvas del marrón, es porque a tu Jefe le conviene.
El número de marrones acumulables aumenta proporcionalmente con el número
de marrones que uno haya sido capaz de comerse.
Toda buena idea, prescindiendo de su composición o figuración, se puede esperar
convertir en un marrón siempre, en una manera totalmente insospechada por
razones que son enteramente oscuras o más bien completamente misteriosas.
La accesibilidad cuando se recuperan papeles que se han caído de la mesa
de trabajo, varía inversamente con su importancia para completar el trabajo
empezado.
Las personas que han de proporcionarte la información necesaria para poder
concluir un marrón siempre están de viaje, reunidas o simplemente desconocen
el tema del que les hablas.
Si por el contrario, los datos se encuentran en algún informe o escrito,
este habrá desaparecido de su sitio cuando quieras consultarlo. Si está en
el ordenador, evidentemente este caerá cinco minutos antes de que consigas
acceder a él.
Un marrón se puede considerar bien terminado si no más del 50% del trabajo
hecho debe ser descartado para obtener cierta correspondencia con lo solicitado
inicialmente por el Jefe.
Si además un 25% del trabajo es realmente útil, entonces se puede considerar
un auténtico éxito.
La probabilidad de que te caiga un marrón es inversamente proporcional a
la prisa que tengas por salir de la oficina.
Por definición, cuando uno comienza un marrón, nunca sabe cuando lo acabará
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